La sal refinada – lo que no sabes sobre ella.

Cuando hablamos de sal siempre viene a nuestra mente el salero de nuestra mesa con sal fina. En algún momento de los inicios de la era moderna, se comenzó por pensar que la Sal en nuestras mesas se veía “sucia” así que había que lavarla y purificarla para que se presentara como un producto “limpio”.

Este concepto de “limpieza” funcionó -y aún funciona- incluso con otros alimentos básicos industrializados como: harina de trigo, arroz, azúcar, aceites, mieles de maíz, etc.

Este concepto de “limpieza” funcionó -y aún funciona- incluso con otros alimentos básicos industrializados como: harina de trigo, arroz, azúcar, aceites, mieles de maíz, etc.

Razones para limpiar y purificar la sal.

Pero también hay otras razones por las cuales la industria ha decidido limpiar y purificar la sal:

  • Una vez liberado de impurezas, el cloruro de sodio (sal) es un reactivo perfecto y económico. Esta sustancia ya limpia es imprescindible para la producción de plásticos, aceites minerales, desmoldantes, etc.
  • La industria alimentaria la incorporó a sus aditivos preservantes como inhibidor del proceso de descomposición.
  • Las grandes compañías de armamento refinan sal para extraer ciertos minerales que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales.

En los procesos de refinación industrial, la sal de mesa pasa por temperaturas de 670°C, lo cual altera por completo su natural estructura cristalina.

Por estas razones se refina exhaustivamente la sal en el mundo moderno. De toda esta sal utilizada por la industria el 93% está destinada a fines industriales no alimentarios, un 4% es utilizado por la industria alimentaria como conservante y sólo el 3% restante se destina al uso como sal de mesa.

Pero no todo termina con la “limpieza y refinación” de la sal. El desecho industrial que consumimos como “sal fina” antes de llegar a nuestra mesa sufre una “aditivación” de otros compuestos refinados como son el Yodo y el Flúor. Es bien sabido por todo el mundo que estos dos elementos (yodo y flúor) son tóxicos y reactivos al ser adicionados industrialmente en sus formas antinaturales. ¿En qué argumentos legales se basa este procedimiento?: Resolver problemas tiroideos (con el yodo) y proteger la salud dental (con el flúor).

Efectos en nuestra salud.

Infortunadamente nadie toma en cuenta que nuestro cuerpo no puede metabolizar la suplementación artificial (formas antinaturales) de yoduros y fluoruros. Muchos científicos han advertido que estos compuestos forman nitratos en nuestro organismo y se sabe que los nitratos son los causantes de las formas más agresivas de Cáncer, tumores en diversos órganos, reacciones alérgicas, etc.

Contrario a la finalidad que tenía la adición de flúor y yodo a la sal, recientes estudios demuestran que dicha adición puede causar hipertiroidismo, tiroiditis autoinmune y disminución de fertilidad. Por su parte el flúor, aún en concentraciones bajas, está relacionado con problemas neurológicos y endócrinos, afectando el sistema nervioso y provocando déficit de atención en niños y adultos.

Y la “aditivación” a la sal sigue con el yoduro de potasio, dextrosa (un tipo de azúcar que sirve para evitar la oxidación del yodo – o sea que la sal tiene azúcar-), bicarbonato de sodio (para que la sal no se tiña de púrpura por el yoduro de potasio y la dextrosa), se adiciona hidróxido de aluminio (para evitar el apelmazamiento – recuerda la relación que hay del aluminio con el Alzheimer-) y otros más.

Origen del exceso de sal

El consumo principal de sal refinada proviene de los alimentos industrializados que la utilizan por sus efectos gustativos y conservantes; y no sólo estamos hablando de conservas o típicos productos salados (aceitunas, jamones, quesos, embutidos – aunque sean del saludable pavo-, fiambres, papas fritas, caldos en cubos o polvos, etc.), sino en alimentos aparentemente inofensivos y muy saludables (panificados, integrales e incluso el “saludable” yogurt diario).

Con toda esta sal “artificial” en nuestro organismo, evidentemente vamos a presentar graves problemas en nuestra salud, debido a que el organismo no puede metabolizar correctamente este compuesto.

No es de extrañar que se empiece a presentar:

  • Retención de líquidos provocada por la hidratación urgente y excesiva que debe hacer el organismo empleando el agua intracelular. Esta retención de líquidos deriva en aumento de peso y mayor exigencia para el corazón, hígado y riñones.
  • Obesidad y celulitis generados por la necesidad del cuerpo de encapsular tanto cloruro sódico para desecharlo después (lo cual nunca sucede). Así el organismo genera tejido adiposo en la hipodermis, el estrato más profundo de la piel.
  • Cristalización y esclerosis que es el último recurso del cuerpo para tratar de desechar el cloruro sódico. Éste se une con aminoácidos de origen animal y forma cristales de ácido úrico. Los cristales que no logran ser evacuados del organismo se depositan en los huesos y articulaciones (a la espera de ser desechados como en el tejido graso, lo cual nunca sucede) provocando dolores de artritis, gota, reuma. Otros cristales dan lugar a la formación de arenillas y cálculos en la vejiga, riñones y vesícula. Otros cristales más, provocan esclerosis.
  • También puede causar insomnio, fatiga, úlceras, hipertrofia de las glándulas suprarrenales, nerviosismo, pérdida de cabello, estreñimiento, cáncer de estómago y osteoporosis.

La cristalización es, originalmente, un mecanismo de protección y de emergencia que el organismo desarrolla para defender las células y su correcto funcionamiento. Pero si la intoxicación es crónica (consumo frecuente y excesivo), termina por envenenar el sistema, ya que el exceso de cristales no es evacuado y provoca graves dolencias también crónicas.

Después de toda esta información, me parece relevante decirte que no todo está perdido. Si quieres conservar tu organismo sano por más tiempo, sólo debes evitar, lo más posible, consumir alimentos industrializados, aún y cuando digan “sin procesos químicos”, “al alto vacío”, “sin aditivos”, “bajo en sodio”, “sin conservadores” etc. No hay nada comparable a comprar tus carnes y vegetales al natural y prepararlos tú mismo. Por ejemplo, si quieres consumir yogurt puedes hacerlo diario, tú mismo, a base de búlgaros o kefir.

Sé cuidadoso con lo que comes!!! Aunque la publicidad te lo venda como “saludable”.

Fuentes consultadas: